Los católicos también se deben esforzar en evitar la guerra y promover la paz. … ya que existe en la actualidad el peligro de volverse indiferente a la guerra debido al número de conflictos armados. La guerra es una señal de que algo más fiel a la dignidad humana ha fallado. La tradición católica reconoce la legitimidad de la enseñanza sobre la guerra justa cuando se defiende a los inocentes ante un grave mal, pero nunca debemos perder de vista el costo de la guerra y los daños que inflige a la vida humana. …Las naciones tienen el derecho y la obligación de defender la vida humana y el bien común contra el terrorismo, la agresión y amenazas similares, como la persecución de personas por su religión, …En efecto, el derecho de las naciones a defender la vida humana y el bien común requiere respuestas eficaces contra el terror,valoraciones morales de los métodos usados y moderación en su uso, respeto de los límites éticos en el uso de la fuerza, un enfoque en las raíces del terror y una distribución justa del peso que conlleva responder al terror. …Incluso cuando la fuerza militar puede ser justificada como último recurso, esta no debería ser indiscriminada o desproporcionada. Los ataques directos e intencionados contra los no combatientes en una guerra y actos terroristas nunca son moralmente aceptables. El uso de armas de destrucción masiva y otras tácticas de guerra que no distinguen entre civiles y soldados es fundamentalmente inmoral. Los Estados Unidos tienen la responsabilidad de trabajar para revocar la proliferación de armas nucleares, químicas y biológicas y de reducir su propia dependencia de armas de destrucción masiva mediante la búsqueda del desarme nuclear progresivo. También deben poner fin al uso de minas antipersonal y reducir su papel predominante en el comercio global de armas. El uso de la fuerza militar nos enfrenta a decisiones morales urgentes. Apoyamos el uso proporcionado y discriminado de la fuerza militar para proteger a los civiles. …Aunque reconocemos el uso justificado de la fuerza militar, exhortamos a la reasignación de recursos de los conflictos armados a las necesidades urgentes de los pobres y las causas profundas de la violencia. Además, apoyamos las políticas y acciones que protejan a los refugiados de la guerra y la violencia, en nuestro país y en el extranjero, y a todas las personas que sufren persecución religiosa en todo el mundo, muchos de los cuales son nuestros hermanos cristianos.
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